Proyecciones
CON JUAN DIEGO BOTTO EN LA SALA MIRADOR
Tras el paréntesis de Semana Santa, hemos iniciado el periplo de primavera de «El viaje de Carla» con una proyección en la Sala Mirador. Era nuestro regreso a Madrid capital, donde habíamos proyectado únicamente en las dos sesiones del LesGaiCineMad.
«Cuando el parlamento es un teatro, los teatros deben ser parlamentos». Es el eslogan que aparece pintado en una pared del patio de la Mirador… y ese es el espíritu que nos anima también a nosotros. Por eso -desde el momento en que hablamos de la posibilidad de incluir el documental en la programación-, todo fueron facilidades por parte de Juan Diego Botto. Gracias también a Olga Rodríguez y, por supuesto, al magnífico equipo.
Una vez acordada la fecha, lo movimos bastante en las redes sociales, y dio resultado. Conseguimos un llenazo y, sobre todo, una atmósfera emotiva en un marco «solemne» como es un teatro.
Las fotos empezaron en la puerta de entrada a la sala. Ahí está Carla con mi amigo David Suárez, del Comité Olímpico Español.
Montamos un improvisado photocall en el patio. Ahí estamos con Juan Diego y con David Ramos, editor y posproductor del documental.
Con Luis Santidrián, que nos ayudó en la promoción y marketing iniciales, y un grupo de amigos.
Con Valentina, de la Fundación Baltasar Garzón (y vecina de mi barrio), y Laura, ex de FIBGAR y ahora en el Movimiento contra la Intolerancia.
Con mi amiga de siempre Isabel García, ex de Telemadrid y ahora en Canal Sur Radio.
Con Nieves Cosmes, otra buena y admirada amiga.
Con Luis Eduardo, uno de mis alumnos, y su acompañante.
«Cuando los Parlamentos se convierten en teatros, los teatros se convierten en Parlamentos». Así empezó Juan Diego su presentación. No podía ser de otra manera. Después nos introdujo. Yo recalqué nuestra vocación de compartir el documental en la distancia corta, como era el caso, con el objetivo, sobre todo, de escuchar opiniones y reflexiones. Lo que más nos ha enriquecido, sin duda, en esta experiencia.
La proyección fue impecable. Una prolongada ovación acompañó los títulos de crédito, mientras sonaba de fondo «Y las flores». Después se inició el coloquio, que guió Juan Diego. Te agradezco, querido, todas las cosas hermosas que dijiste del documental. Transmitiste mucha emoción, mucho sentimiento. Y todo lo que dijiste, lo comparto plenamente. Quizá el público no llegó a apreciar tus ojos acuosos, pero yo sí, porque te tenía al lado. Yo llevaba la procesión por dentro. También estaba muy emocionado, a tu lado, bajo la luz cenital de la sala.
Este es el aspecto que presentaba la sala, vista desde nuestros asientos. Solo había butacas libres en la última fila.
Muy emotivas también las intervenciones del público. La de ese espectador que solo vino a dar las gracias a Carla por todo lo que ella representa. Venía acompañado por su marido, médico cubano. Desde hace quince años, unidos… pero separados. Solo desde hace tres meses vive en España… al fin juntos.
O la intervención de ese menor transexual que nos conmovió. Una vez limpia y valiente, que en cierta medida viene a tomar el relevo de la lucha por la igualdad de derechos. Por la igualdad real.
Carla, como siempre, se ganó al auditorio con unas intervenciones sinceras y contundentes sobre su vida y sobre la actualidad con las que se ganó al público.
Gracias por venir, y por considerar, como alguien mencionó en un tuit, que el documental es una «herramienta de educación masiva».